[vc_row][vc_column][vc_column_text]Debemos hacernos conscientes de la naturaleza enjuiciadora.
Hay que diferenciar lo primero entre un juicio y una acción enjuiciadora. Por ejemplo, si tenemos dos ofertas de trabajo distintas utilizaremos el juicio para decidir cual de las dos es más beneficiosa para nosotros. Debemos tener juicio.
El enjuiciador, quien enjuicia es el que tiene una mala opinión sobre algo y se mantiene rígido en su postura, en su criterio. Juzgamos constantemente a la gente, esto se da cuando llegamos a una conclusión sobre el otro: Y esto depende de las lentes con las que miramos.
Cuando estamos en el rol enjuiciador no podemos experimentar a la persona, la experiencia con el otro siempre es limitada, y filtrada por nuestro enjuiciamiento.
Debemos ser conscientes de nuestra naturaleza enjuiciadora y el daño que le hacemos a los demás y a nosotros mismos. Pues donde hay juicio no hay amor, así de simple. Si observamos nuestras relaciones y los problemas que tenemos en ellas todas nacen de las conductas enjuiciadoras.
Cuando el otro debe hacer lo que yo pienso o creo que debe hacer, en realidad me estoy perdiendo al otro.
Texto inspirado en enseñanzas de Sri Amma Bhagavan,[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]