Los errores lógicos o distorsiones cognitivas, son errores de razonamiento que producen una interpretación irracional o irreal de la realidad. Los acontecimientos son malinterpretados, generando así una concepción distorsionada del mundo, de uno mismo y del lugar que uno ocupa en el mundo. Produciendo así altas dosis de frustración, o más bien de auto frustración.
Hay muchos, se habla de hasta 16 pero solo os hablaré de unos pocos.
- La sobre generalización. Sucede cuando se sacan conclusiones generales y globales de un acontecimiento. Un incidente bastará para generalizar a eventos futuros. Por ejemplo: “No aprobé el examen, por lo tanto no valgo en nada de lo que hago”. Se produce una descontextualización.
- La minimización y la maximización. Esto sucede cuando minimizamos los aspectos positivos de un evento y por el contrario tendemos a maximizar los negativos. Es decir, se le atribuye un mayor valor a los fracasos y a los acontecimientos negativos. Mientras se le resta valor a los logros y éxitos o situaciones placenteras y felices. Desvalorizándolos por completo. “Aprobé el examen, tuve mucha suerte y además lo pusieron muy fácil, justo los temas que mejor me sabía”.
- La interferencia arbitraria: Sacar conclusiones sin pruebas. “No me contestó al WhatsApp, es porque no le importo”.
- La abstracción selectiva: cuando se juzga una situación basándose en un solo aspecto, además se ignoran todos los demás. “No pude montar el armario, no soy nada manitas”.
- El razonamiento del todo o nada: Cuando razonamos sin matices, solo nos basamos en los extremos y obviamos toda la gama intermedia de posibilidades. “Amar implica estar siempre ahí, si en una circunstancia no se está no es amor”.
- La personalización: Sucede cuando nos atribuimos la responsabilidad de las situaciones, aunque estas no nos conciernan de manera directa. Existe una sobrestimación en nuestra relación con los eventos desfavorables. Es una gran fuente de culpabilidad. “Si mi actitud fuera más ecologista, tendríamos un mundo mejor”.
- Pensamientos “Debería/ debo”: muy relacionados con los pensamientos todo/nada, genera mucha presión propiciando un perfeccionismo que acaba por mermar la autoestima. Tras una discusión conyugal aparece el pensamiento “realmente, estoy fallando. Debería poder hacer las cosas siempre bien para que no hubieran discusiones.